Más allá de ser una historia de amor y desamor, es una
película mexicana y para ganarse este título no tiene que solamente rodarse en
suelo “azteca”, es imperante que los valores del pueblo, las creencias, la
lucha, el día a día y la vida real de los mexicanos sean lo que inspire cada
una de las palabras o frases escritas en el guión, acto que me atrevo a
aplaudirle a Ismael Rodríguez Ruelas, quien fungió como guionista, productor y
director.
Todos los personajes creados por el cineasta, que aparecen
en “Las mujeres de mi general” son simbólicamente una actitud o valor mexicano
que conviven, coexisten pero sobre todo sobreviven entre sí, desgloso uno para
una mejor percepción, pero advierto, cualquier parecido con la realidad no es
coincidencia, es el México verdadero.
Pasando a otro aspecto a analizar, el general Zepeda tiene
como mujer durante un tiempo a Lupe una muchachita de rancho, sencilla y
honesta, goza con tal de hacer feliz a Juan y tiene como mejor amiga a Lencha,
una de las sirvientas del cuartel. Ha seguido al “general” desde que comenzó la
lucha y se ha entregado sólo a él en amor, sexo y lealtad. Lupe es entonces la
representación fehaciente del pueblo y sus necesidades. Ella pide apoyo,
atención, respeto y compromiso por parte de Juan, o sea, el pueblo exige cierto
comportamiento de entendimiento y solución al gobierno, en el filme “El
General” intenta cumplirlo hasta donde puede dándole voz al pueblo como en la
escena donde se descubre a un traidor y entonces expone “te perdono si es que
entre esta gente hay uno solo que te perdone”, la democracia se hace presente y
el destino del hombre es marcado por los votos no por imposición. Pero cuando
esto deja de cumplirse y la atención ya no se obtiene hay reacciones
generalmente violentas dentro y fuera del séptimo arte, cito “en cuanto me pegue
el primer grito le pego la primer patada”. Si por las buenas no se puede se
intentará por las malas.
Por otro lado, encontramos a Carlota, un viejo amor de “el
general” que reencuentra y revive durante los conflictos de poderío. Carlota es
en pantalla una mujer adinerada, casada por interés, “leida y escribida” quien
sigue enamorada del personaje de Pedro Infante, hecho que la lleva a poner en
evidencia su maldad, egoísmo y avaricia con tal de conseguir lo que quiere, lo
que le ocasionan a Juan más problemas de los que tenía que cuando estaba con
Lupe.
El gobierno entonces se parte en dos, si no cumple con los
caprichos de quien sustentan económicamente al país o de quien se encarga de
las relaciones exteriores dando la “buena apariencia” mucho de lo ya logrado
con tanto esfuerzos y sacrificios se viene abajo, pero al hacerlo descuida al
pueblo, a esos ciudadanos que apoyaron a tal o cual candidato a estar en el
poder, es ahí donde se desatiende a la fuerza que sostiene la silla en la que
se sienta el “manda más”. Entonces, regresando a la película, el centro de todo
es responderse ¿Qué hacer? Pregunta que trata no contestar Juan Zepeda al
dejarse llevar por los placeres y lo más fácil, ignorar lo que pasa. Esto,
obviamente no da buenos resultados, los pueblerinos ya no confían en él y la
apariencia que daba en la alta sociedad comienza a desmoronársele debido a que
los mismos ricos y poderosos que gustan de vivir en una burbuja ya no obtienen
tranquilidad tan fácilmente, las armas comienzan a levantarse. Es hora de que
actuar.
De lo que pasaba en 1950 en relación gobierno/ gobernados
que Ismael Rodríguez se atrevió a plasmar para la posteridad a lo que vivimos
los mexicanos en el 2010 no es algo tan diferente de cómo se pensaba que sería.
Hemos tenido buenos y malos gobernantes, pero recordemos que somos todos los
que hacemos al país, y lo digo separando jerárquicamente, tenemos a el
presidente, el congreso, los grandes empresarios legales o ilegales, los sabios
o expertos en temas relevantes para el progreso, los ciudadanos medios, los
económicamente pobres, etc., somos demasiados por lo tanto es imposible que la
“culpa” de cualquier crisis social esté en sólo 1 o 2. Debemos como sociedad
tratarnos medianamente igual o por lo menos con justicia ¡con respeto! por que
aceptémoslo y enfrentémoslo con honra y honor , no somos iguales, hay mejores
personas que tú y que yo, como también hay peores, pero eso si recordemos y
recordémosle a quien se le olvide que “¡ ah que las hilachas si esa también es
ranchera nomas que esta pulida”.
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